
Mi historia empieza en una casa de clase media en donde contaba con todas las comodidades que un crío de mi edad podría desear. Sin embargo, en ese hogar había otra clase de problemas. Supongo que como en muchas otras familias. Tal vez como aquella en la que tú te criaste.
Entonces no lo sabía, y nunca fui diagnosticado, pero he comprendido que aprendí un estilo de pensamiento depresivo.
"Sufrí una distimia (una “pequeña” depresión crónica) que guió mis acciones y determinó mis éxitos y fracasos en la vida durante dos décadas. No me recuperé hasta que acepté mi propia vulnerabilidad y fui atendido por un psicólogo"
Hoy comprendo cómo fue mi propio pensamiento depresivo el que me cerraba las puertas al amor, al dinero y al placer. Lo busqué en otros lados y por todas partes, pero no me daba cuenta de que, donde tenía que haber buscado, era dentro de mí. Desde entonces me he dedicado a la auténtica aventura de vivir, aceptando el dolor y esforzándome en cambiar sólo lo que de verdad está en mis manos cambiar. Asumiendo, así, la responsabilidad elegida de llevar a cabo la misión con la que he propuesto comprometerme: